VOLVER A SER COMPLETOS | Reflexiones

VOLVER A SER COMPLETOS

¿Qué es esto del autoconocimiento, del reencuentro con uno mismo? ¡Si yo ya me conozco! … ¿Será que no me conozco?

Es interesante cuando llegamos a hacernos esa pregunta. Aunque no sepamos cómo responderla o por dónde arrancar, la sola pregunta abre un espacio para que la respuesta empiece a manifestarse.

Una forma simplificada de visualizar nuestro recorrido por la vida es reconociendo dos períodos, un primer período en el que nuestro foco está puesto en el afuera y un segundo período en el que emprendemos el viaje hacia adentro, al reencuentro con nosotros mismos.

La necesidad de adaptarnos y sobrevivir en el entorno durante el primer período, hace que vayamos rechazando y guardando bajo la alfombra (en el subconsciente) aquellas partes de nuestra esencia que no encajan con la sociedad o con la familia. Y así, el TODO que éramos cuando llegamos a este mundo se quiebra y se fragmenta. Rápidamente nos olvidamos de la unidad que somos y empezamos a basar nuestra vida en la separación, en la lucha, en la competencia, en la búsqueda; dando lugar a una creciente sensación de vacío, inseguridad, tristeza o enojo. Ningún objetivo externo alcanza para devolvernos la plenitud y terminamos culpándonos o culpando a otros por nuestra desgracia.

Sin embargo, cuando la frustración y la insatisfacción llegan al límite, y cuando ya contamos con los recursos internos necesarios, se produce el quiebre que muchos identifican como el inicio del despertar. Algo empieza a movilizarse en nuestro interior generando crisis, confusión y desorientación. En esta instancia hemos llegado al fin de un ciclo y algo muy profundo nos indica que ya no podemos seguir ignorándonos.

Es ese momento en que la vida nos obliga a recoger una a una nuestras partes olvidadas, poniéndolas frente a nuestros ojos tantas veces como sea necesario hasta que las abracemos, las integremos y les devolvamos el lugar que les corresponde. Es la fuerza del AMOR que busca reunir los pedacitos que forman nuestro TODO, esa fuerza que nos permite experimentar lo maravilloso de la UNIÓN luego de la falsa separación.

Cada parte perdida que se presenta en el camino merece nuestra bienvenida. Cada una de ellas, aunque venga con el rostro del dolor, esconde uno de los pétalos que completa la hermosa flor que somos. Nos regala una nueva pluma para fortalecer nuestras alas, esas alas que nos permitirán recuperar la libertad.

Cada partecita recuperada nos recuerda que SOMOS COMPLETOS, que SOMOS AMOR y que SOMOS UNO CON LA VIDA.